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martes, 20 de abril de 2010
viernes, 16 de abril de 2010
jueves, 15 de abril de 2010
condenado a quererla
A ritmo de arpa y trova llanera…
Condenado a quererla
Música, folclor y arte componen la inmensa llanura que sirve de marco para la más injusta historia de amor.
JULIANA RESTREPO PARAMO.
Suena la música llanera y vuelan las notas románticas que conducirán nuestra historia. ¨Amar es una cosa especial, es un regalo de dios¨.
Bombas, festones, confetis, rumba y alegría, porque 15 años no se cumplen todos los días. Ángela festeja sus quince primaveras acompañada de toda su familia y la gente más prestante del llano, y como en cualquier rumbón llanero no puede faltar la buena música de cuerda que ameniza estos momentos, y ahí estaba, tal vez el mejor músico y el mas guapo hombre que Ángela haya visto en sus cortos quince años de vida, Luis Silva.
Detrás de grandes barrotes, frías celdas y maltratos injustos este hombre, Luis Silva recuerda con nostalgias aquellas épocas de cortejo a una linda quinceañera que lo embrujo con su encanto y lo condeno de por vida.
Luego de cumplir los quince, Ángela se dio cuenta que estaba preparada para amar, ya no era una niña y su corazón se lo decía, y no solo su corazón si no su estomago y sus manos que temblaban fuerte cada vez que tenia a ese músico llanero en frente; suspiros, parpadeos, nervios y ansiedad. Esto no podía ser otra cosa que los típicos síntomas de un agudo problema de amor a primera vista.
Tras un tiempo prudente, ninguno de los dos pudo resistirse y agarrados de la mano decidieron sin duda alguna iniciar una vida juntos, un noviazgo de verdad. Pero cuando se ama tanto hay un punto en el que las palabras solas no satisfacen todo lo que el corazón quisiera expresar.
Convencidos del amor que se tenían, decidieron alejarse de este plano para alcanzar lo más alto de la gloria, conocer cada poro de su alma y besar cada aliento de su cuerpo. Ángela dejo su inocencia en las manos de Juan.
El tiempo paso y el amor entre estos dos cada día era mas grande, igual que la barriga de Ángela que le empezó a mostrar que alcanzar la gloria con las manos trae sus sacrificios. Ahora dos corazones latían en su cuerpo sin nada que ella pudiera hacer para impedirlo.
Los futuros padres anunciaron la noticia a todo el llano, sin pensar lo que implica que una pareja sin la bendición divina valla dar a luz. El primero en protestar fue el padre de la novia que en un ataque de desespero quiso arrancar el problema de raíz sin contemplaciones ni misericordia, ese segundo corazón latente en el cuerpo de Ángela desapareció y con el la esperanza de continuar con su amor.
Su padre la obligo, acabo con su hijo con su vida y con su amor. Luego de muerta la justicia apareció, y el obstinado padre a Juan inculpo, inocente era el, su único delito fue querer a esa mujer y amarla sin piedad y ahora en la cárcel Silva quiere recordar, aquel juez que en la corte que lo quiso condenar, a amarla de por vida a quererla y nada mas. Mientras Ángela y su hijo desde el cielo contemplan al hombre que canto y así se enamoro de un alinda quinceañera que su vida le entrego.
(Basada en la canción llanera, romance de quinceañera de Luis Silva)
Juliana Restrepo p.
Condenado a quererla
Música, folclor y arte componen la inmensa llanura que sirve de marco para la más injusta historia de amor.
JULIANA RESTREPO PARAMO.
Suena la música llanera y vuelan las notas románticas que conducirán nuestra historia. ¨Amar es una cosa especial, es un regalo de dios¨.
Bombas, festones, confetis, rumba y alegría, porque 15 años no se cumplen todos los días. Ángela festeja sus quince primaveras acompañada de toda su familia y la gente más prestante del llano, y como en cualquier rumbón llanero no puede faltar la buena música de cuerda que ameniza estos momentos, y ahí estaba, tal vez el mejor músico y el mas guapo hombre que Ángela haya visto en sus cortos quince años de vida, Luis Silva.
Detrás de grandes barrotes, frías celdas y maltratos injustos este hombre, Luis Silva recuerda con nostalgias aquellas épocas de cortejo a una linda quinceañera que lo embrujo con su encanto y lo condeno de por vida.
Luego de cumplir los quince, Ángela se dio cuenta que estaba preparada para amar, ya no era una niña y su corazón se lo decía, y no solo su corazón si no su estomago y sus manos que temblaban fuerte cada vez que tenia a ese músico llanero en frente; suspiros, parpadeos, nervios y ansiedad. Esto no podía ser otra cosa que los típicos síntomas de un agudo problema de amor a primera vista.
Tras un tiempo prudente, ninguno de los dos pudo resistirse y agarrados de la mano decidieron sin duda alguna iniciar una vida juntos, un noviazgo de verdad. Pero cuando se ama tanto hay un punto en el que las palabras solas no satisfacen todo lo que el corazón quisiera expresar.
Convencidos del amor que se tenían, decidieron alejarse de este plano para alcanzar lo más alto de la gloria, conocer cada poro de su alma y besar cada aliento de su cuerpo. Ángela dejo su inocencia en las manos de Juan.
El tiempo paso y el amor entre estos dos cada día era mas grande, igual que la barriga de Ángela que le empezó a mostrar que alcanzar la gloria con las manos trae sus sacrificios. Ahora dos corazones latían en su cuerpo sin nada que ella pudiera hacer para impedirlo.
Los futuros padres anunciaron la noticia a todo el llano, sin pensar lo que implica que una pareja sin la bendición divina valla dar a luz. El primero en protestar fue el padre de la novia que en un ataque de desespero quiso arrancar el problema de raíz sin contemplaciones ni misericordia, ese segundo corazón latente en el cuerpo de Ángela desapareció y con el la esperanza de continuar con su amor.
Su padre la obligo, acabo con su hijo con su vida y con su amor. Luego de muerta la justicia apareció, y el obstinado padre a Juan inculpo, inocente era el, su único delito fue querer a esa mujer y amarla sin piedad y ahora en la cárcel Silva quiere recordar, aquel juez que en la corte que lo quiso condenar, a amarla de por vida a quererla y nada mas. Mientras Ángela y su hijo desde el cielo contemplan al hombre que canto y así se enamoro de un alinda quinceañera que su vida le entrego.
(Basada en la canción llanera, romance de quinceañera de Luis Silva)
Juliana Restrepo p.
miércoles, 7 de abril de 2010
http://www.slide.com/r/oJArfgkj7z-5IHCrZGfhNVG6u9adcM8C?previous_view=mscd_embedded_url&view=original
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martes, 6 de abril de 2010
miradas por aqui y besos por alla
27 marzo al 4 de abril
Mientras un señor, o mejor dicho, el señor, es recibido con ramas y hojas por todo un pueblo que lo aclama, yo personalmente recibo con temor y alegría a alguien que espere por mucho tiempo, y es que definitivamente ese domingo de ramos para mí fue diferente.
Al parecer la parranda santa, o perdón, la semana santa, prometía y mucho, pues a quien no le gusta que sus deseos más profundos se conviertan en realidad, y era justo eso lo que pasaba con migo, paso el sábado santo, el lunes y por fin llega el martes.
Mientras judas vende a Jesús por unas cuantas monedas y lo traiciona de la peor manera yo intentaba corregir los errores que parecían incurables y que me costaron muchas lágrimas, tal vez no tan profundas como las de sangre que Jesús derramo en el monte de los olivos, pero si llenas de arrepentimiento y dolor.
Manos temblando, cara sudando, y nerviosismo a flor de piel; así era mi estado, y no es para menos, es lo normal cuando se está a punto de tener en frente a el sujeto que te desmorona el alma y te arrebata el aliento.
9 y 30 de la mañana y ahí estaba, tan sutil y gracioso como siempre la combinación perfecta entre lo que siempre soñé y a lo que siempre le temí, quisiera o no ya no tenía escapatoria; desde ese momento empezó mi inolvidable martes santo.
Una mirada por aquí, una sonrisa por allá, la verdad romper el hielo no fue fácil, pero como la constancia vence lo que la dicha no alcanza después de tres horas se logro, ya la voz no me temblaba, las manos no sudaban y la confianza se instalo por fin en mi.
Palabras por aquí, elogios por allá, y sentía que no iba a alcanzar el tiempo para preguntarle todo lo que había planeado durante el domingo y el lunes santo, al parecer las cosas seguían su curso y todo a mi favor, el tiempo pasaba y con el mi ansiedad.
Abrazos van y picos vienen, en realidad ese martes para mí fue realmente santo más que santo digamos que sublime; lastimosamente las palabras no llenan mi estomago y llego la hora de almorzar, y como nunca lo creí el sujeto cocino y para asombro de muchos Salí ilesa sin ningún síntoma de intoxicación en mi cuerpo.
Caricias van y besos vienen, y en mi la seguridad de que ese momento seria inolvidable, ahora la paz era la reina del momento y ya no existía frío entre nosotros, la más encantadora expresión de amor, que quema calorías, mejora el sistema cardiorespiratorio y libera endorfinas.
De esta forma me queda claro que mis errores nunca fueron mayores al grado de amor que le profeso.
Mientras un señor, o mejor dicho, el señor, es recibido con ramas y hojas por todo un pueblo que lo aclama, yo personalmente recibo con temor y alegría a alguien que espere por mucho tiempo, y es que definitivamente ese domingo de ramos para mí fue diferente.
Al parecer la parranda santa, o perdón, la semana santa, prometía y mucho, pues a quien no le gusta que sus deseos más profundos se conviertan en realidad, y era justo eso lo que pasaba con migo, paso el sábado santo, el lunes y por fin llega el martes.
Mientras judas vende a Jesús por unas cuantas monedas y lo traiciona de la peor manera yo intentaba corregir los errores que parecían incurables y que me costaron muchas lágrimas, tal vez no tan profundas como las de sangre que Jesús derramo en el monte de los olivos, pero si llenas de arrepentimiento y dolor.
Manos temblando, cara sudando, y nerviosismo a flor de piel; así era mi estado, y no es para menos, es lo normal cuando se está a punto de tener en frente a el sujeto que te desmorona el alma y te arrebata el aliento.
9 y 30 de la mañana y ahí estaba, tan sutil y gracioso como siempre la combinación perfecta entre lo que siempre soñé y a lo que siempre le temí, quisiera o no ya no tenía escapatoria; desde ese momento empezó mi inolvidable martes santo.
Una mirada por aquí, una sonrisa por allá, la verdad romper el hielo no fue fácil, pero como la constancia vence lo que la dicha no alcanza después de tres horas se logro, ya la voz no me temblaba, las manos no sudaban y la confianza se instalo por fin en mi.
Palabras por aquí, elogios por allá, y sentía que no iba a alcanzar el tiempo para preguntarle todo lo que había planeado durante el domingo y el lunes santo, al parecer las cosas seguían su curso y todo a mi favor, el tiempo pasaba y con el mi ansiedad.
Abrazos van y picos vienen, en realidad ese martes para mí fue realmente santo más que santo digamos que sublime; lastimosamente las palabras no llenan mi estomago y llego la hora de almorzar, y como nunca lo creí el sujeto cocino y para asombro de muchos Salí ilesa sin ningún síntoma de intoxicación en mi cuerpo.
Caricias van y besos vienen, y en mi la seguridad de que ese momento seria inolvidable, ahora la paz era la reina del momento y ya no existía frío entre nosotros, la más encantadora expresión de amor, que quema calorías, mejora el sistema cardiorespiratorio y libera endorfinas.
De esta forma me queda claro que mis errores nunca fueron mayores al grado de amor que le profeso.
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